sábado, 31 de diciembre de 2016

Malvinas, Malcorra y el principio de Pareto


Malcorra, Pareto y Malvinas

Por Agustín Romero. Profesor de Relaciones Internacionales (UB).

Un año de gestión es tiempo suficiente para evaluar el rumbo de la estrategia del gobierno de Mauricio Macri en materia de política exterior, en general, y con respecto a Malvinas, en particular.

La canciller Susana Malcorra sostuvo que “el principio de Pareto” sería su esquema racional alrededor del cual establecería el relacionamiento argentino con el Reino Unido. En efecto, planteaba que “normalmente uno puede acordar un 80% con las personas, con las instituciones, con las organizaciones. Y hay un 20% en lo que uno no está de acuerdo o en lo que se puede trabajar para llegar a un compromiso. En el caso del Reino Unido, es claro que nuestro 20% es Malvinas”.

El economista italiano Pareto planteó en 1896 “la regla del 80-20” lo cual implica, sintéticamente, que hay un 80% de temas que se pueden resolver y el resto no. Es evidente que Malcorra y Pareto expresan cosas diferentes. Según Malcorra el tema Malvinas es apenas un desacuerdo con Londres mientras que, en términos de Pareto, es un aspecto de la relación bilateral que no se puede resolver.

En forma similar pensaba el canciller Di Tella cuando decía que “vamos a avanzar hacia la normalización de las relaciones (con el Reino Unido) en todos los temas menos en uno: el de la soberanía (de las islas Malvinas)”. En base a esta idea se acuerda la fórmula del paraguas de soberanía que mal entendida llevó a avanzar con Londres en todos los temas que eran de su interés menos en el de la soberanía.

En septiembre, Malcorra acuerda con Londres, utilizando las mismas palabras y el pedido que un tiempo antes formulara la primer ministro May a Macri, remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos y la posibilidad de vuelos de y hacia las islas hacia terceros países pero nada se menciona con respecto al 20% restante, la soberanía. Es necesario agudizar el ingenio y formular propuestas imaginativas para afrontar un tema que involucra soberanía, recursos renovables y no renovables. No es oportuno volver a estrategias que sólo permitieron que Londres realizara actos unilaterales, políticas de hechos consumados y mantuviera el statu quo en el tema de soberanía. No podemos proponer mecanismos de exploración en temas ictícolas e hidrocarfuríferos con Londres en la zona en disputa sino hay certezas de sentarse a hablar, en algún momento, de la soberanía.

Nuestro país debe evaluar todas las alternativas para la solución de la controversia. Hay que discutir abiertamente todos los escenarios posibles para estar preparados para cuando las circunstancias permitan hablar de la soberanía con Londres u otro jugador central del tablero mundial. El orden internacional que se está formando puede abrir nuevas oportunidades. El Brexit, la dinámica de un mayor aislacionismo, el triunfo de Trump, el debilitamiento/resquebrajamiento de la Unión Europea, los ascensos de Rusia y China así lo demuestran ¿Estamos preparados?

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